top of page

El Yoga y yo



En una entrada anterior hablé un poco acerca de mis inicios en las clases de Yoga, ahora te contaré un poco más acerca de mí, y del yoga, que ha estado en mí desde muy chico.


Mis recuerdos son vagos, la imagen que me llega es mi madre y yo sobre una estera, ella diciéndome cómo ponerme de cabeza. Quizá yo tenía unos cinco años cuando eso, probablemente mis primeras incursiones en el Yoga.

Ya siendo un poco más grande, veía al Yoga como algo raro, donde uno se ponía con poses extrañas, se comía pan negro integral con miel y se olía incienso. Me resultaba, para ser franco, aburrido.


Posterior a mi adolescencia, cuando se estaba en una “búsqueda”, con las crisis existenciales acostumbradas, retomé el Yoga como una manera de estirarme un poco, de hacer algo que poca gente hacía, y porque, a decir verdad, me sentía bien.

De ese modo, y de manera gradual, empecé a asumir el Yoga más seriamente. Primero absorbiendo lo que se me enseñaba y al pasar el tiempo lo tomaba como una rutina constante.

Hasta que un día (no sé cómo ni cuándo exactamente), decidí enseñar a otros lo que he aprendido. Y más que hacer unas posturas para una revista de Yoga internacional, pretendo transmitir la paz que puede dar el Yoga.

Al mismo tiempo que hago la práctica del Yoga, también practico budismo, que ambas corrientes tienes muchas similitudes en cuanto algunos conceptos "filosóficos" y creo que pueden complementarse muy bien.

Esa combinación de prácticas lo asumo en cada clase que doy, y en mi vida cotidiana, una refuerza a la otra, aunque ninguna dependa de la otra. Luego de unos cuantos años he asumido mi propio lenguaje, mi propia interpretación, no baso fielmente a un “estilo” o “escuela” en particular, aunque tengo una gran preferencia por el Ashtanga y la Vinyasa, me baso principalmente en los fundamentos del budismo y del yoga, sin distorsionarlos, dándole mi propio “sabor”.

Luego de dar una clase, y ver las caras de mis alumnos, con una sonrisa, sintiéndose ligeros, agradecidos, siento que estoy haciendo algo que vale la pena. No pretendo volverme multimillonario con lo que hago, sino dar un poco de paz a algunas personas.

Y ese sería el fin último del Yoga, dar paz, paz verdadera, no la que venden por TV o en pastillas, sino la que trasciende lo humano. Cuando alguien que ha recibido una de mis clases se me acerca con una sonrisa y me dice “gracias profe”, siento que ya he hecho mi trabajo, en ese instante, porque es un trabajo que nunca se detiene, que será hasta que mis energías lo permitan.

Si tú ya has incursionado en el Yoga, déjame decirte que te felicito, has encontrado un buen camino, y si aún no lo has hecho, qué esperas? Nunca es tarde para empezar.

Ojalá que encuentres la paz, la felicidad, seas liberado del sufrimiento.

56 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
Publicar: Blog2_Post
bottom of page